Los IX Conciertos de Otoño del Casino de Labradores de Atarfe, han cosechado un gran éxito en sus cuatro sábados consecutivos de este mes de Septiembre.

Este evento ya no solo se limita a los socios de la histórica entidad sino que por tratarse de unas jornadas culturales dedicadas a la música patrocinadas por el Ayuntamiento de Atarfe a través de la concejalía de cultura, están  abiertas a todo el público en general convirtiéndose al cabo de estos últimos nueve años en una de las manifestaciones culturales más consolidadas en el ámbito musical de la provincia de Granada.

El patio y los salones del Casino de Labradores de Atarfe son un marco inigualable que aporta magia y solera a las interpretaciones de los grandes artistas que han ejecutado su música en estas inolvidables noches otoñales.

El programa de este año es una muestra del extraordinario nivel alcanzado por estos conciertos, avalado también por la calidad que garantiza la colaboración con los Circuitos Andaluces de Música de la Junta de Andalucía; pero no solo ha habido interpretes extraordinarios, instrumentos musicales de antigua tradición recuperados como la viola da gamba y conjuntos poco comunes como el cuarteto de 4 violonchelos tocados magistralmente por 4 músicos venidos de los más lejanos lugares del mundo; ya digo que no solo esto es destacable, han brillado como ya es tradicional cada año, las magníficas presentaciones expuestas por personas de reconocido prestigio que elevan el ambiente con sus palabras antes de cada actuación.

Sirva de muestra la presentación de D. Francisco Ruiz Cabello Sanz anunciando al guitarrista Tito Alcedo:                                                               

Señoras, señores, buenas noches:

Ya centrado el mes nono de aqueste año 2009, permitan vuesas mercedes que, a modo de reta-blillo sin figuras, ya que no me adornan las virtudes que tan generosamente le fueron otorgadas a Maese Pedro, exponga en lenguaje con pretensiones quijotescas una de las leyendas más curio-sas que vieron los siglos. Trátase de la verídica historia y los admirados acontecimientos que, según cuenta Cide Hamete Benengeli, ocurrieron a nuestros personajes, el Entendimiento y la Sabiduría, frutos de la cabeza de aquella Palas que se veneraba en Atenas, en su peregrinar por tierras y mares. Facerme perdonar quisiera este atrevimiento si lo que en ella os relato no fuera de vuestro agrado.

Encontrándose por tierras del Rey nuestro Señor, llegaron los dos personajes a unas vegas en las que antaño se prodigaron los palacios, los jardines y flores, las fuentes doradas con más de cien surtidores….. Maravilláronse ambos de encontrase en ese lugar que, si bien desprovisto de su antigua pompa, estaba cubierto de hermosos edificios con nombres tan sugestivos como “Coliseo”, “Medina Elvira” “Casino”, “Ermita” y cuántos más que  podríanse nombrar. En el éter flotaban los dulces sones de chirimías, dulzainas, rabeles y clavicordios, que hoy se llaman oboes, violines y piano. En su contemplación andaban cuando vieron venir a un caminante que, por su fino jubón y donosa traza, dejaba ver que tenía buena instrucción.

“Decidnos gentilhombre – preguntó el Entendimiento - ¿qué lugar es éste que tanto se distingue sobre los que le rodean y que bien pudiera ser cabeza de todos ellos?”
Al punto reconoció el caminante a los dos personajes que tenía delante y respondioles:
“Mi señor Don Entendimiento y mi señora doña Sabiduría, os encontráis en la Ciudad de Atarfe, cuyo nombre debe a aquel moro que puso al codón de su caballo el ‘Ave María’, deudo cercano de los reyes de Granada y del que dice el romance, que un antepasado suyo, fue por su valor capaz de medirse con nuestro Cid ante un toro, pese a que lo tiró por tierra.”

Curiosa la Sabiduría por saber cuál era el origen de tan agradables sonidos, preguntó al cami-nante por la causa de los mismos.

“Sepa vuesa excelencia, que desde hace nueve años en que  los impulsara un hidalgo de nombre D. José León, que gloria haya, tienen lugar en las postrimerías del Verano y en los albores del Otoño,  unos Conciertos en el caserón del Casino, para deleite de los habitantes de la ciudad. Grandes y afamados trovadores y juglares, provenientes de muchos puntos del Orbe, son convocados al Casino por la generosidad de nuestros Regidores, que para ello libran muy buenas bolsas de ducados. El nobilísimo Caballero XXIV que aquí se cuida entre otras cosas de todo lo relacionado con Doña Cultura, llámase D. Tomás y, con la venia del Corregidor D. Víctor y la aquiescencia de todo el Concejo, encárgase de citar a los músicos y de aflojar los doblones. Y doime priesa, que Presidente soy ahora de la Sociedad del Casino y no quiero perder ni una coma del concierto de hoy.”

“!!Honroso cometido el de los Regidores que ennoblece sus figuras, al hacer más grande a su ciudad!!” – dijeron los visitantes al despedir al Presidente.
 
En estas estaban cuando alcanzaron a llegar al hermoso Casino, en cuya puerta vieron que alguien había escrito un acróstico con las siguientes líneas:

Casona de pasados esplendores
alojo de la intensa juventud
sede que cobijó nuestra inquietud
inicio de los primeros amores,
No puedo menos, AYER que al mirarte
observara aquel brillo desvaído
don de nuestra progenie, consumido
eclipsado tu pulcro estandarte.
A tus ciento siete años de vida
te ves HOY vigoroso en la existencia.
Alzada tu cabeza florecida
refleja que perdura la esencia
fértil, ampliamente esparcida
entre la muy escogida concurrencia.

Comprendieron por ello que aquella casa había pasado por momentos de gloria y oscuridad, encontrándose ahora, según comprobaron, poblada de amantes de la cultura que allí venían a solazarse. Tan complacidos quedaron de lo que vieron que los dos emanados de la sin par Palas prometieron eterna protección a la ciudad y sus habitantes, extendiendo entre ellos la inteligencia y el conocimiento.

Al saber la Sabiduría que la Música se encontraba dentro, al instante la llamó y preguntole qué trovadores eran los músicos y qué repertorio se iba a interpretar.

“Mi dueña y señora, debéis saber que en esta ciudad se han erigido varios templos en honor de Doña Cultura, en los que se cuida y mima todo lo que de ella proviene, así sea el Teatro, la Danza, la Poesía, el Canto o, como es hoy el caso, la Música, por lo que hállome aquí. Entre los hijos de aquesta ciudad, destacan unos mozos que bien podrían ministrar la copa mejor que el garzón de Ida y que han musicado con diversos instrumentos en este Casino, cuyos nombres son Hermanos Muñoz, Miguel Prados, Rodrigo Cañadillas y también maese Liñán.

Tal es el interés que me tienen en la ciudad, que hasta cuenta con un conjunto de instrumentistas al que también designan Orquesta Sinfónica, que tañe en el lugar conocido como “Medina Elvira” y que codearse puede  con las más afamadas. Pluga al antedicho Caballero XXIV, que un año la vea aquí sonar en el mes septembrino.

Y conforme a lo que me preguntáis, os diré que esta noche rasguea un ilustre barbateño, musicando con una vihuela que hoy nominan como guitarra. Llámase D. Antonio Alcedo Gil, aunque conócesele más bien por Tito Alcedo, y comenzó su andadura con otros músicos, en aquello que titulaban rock-pop, pero su arte es tal, que igual hace al jazz, al flamenco o a los clásicos. Con su guitarra ha recorrido las tierras de Europa, así intitulada en honor de la amante de nuestro padre Zeus y, no conforme con tocar lo por otros compuesto, él mismo se ha dedicado a rellenar sus propios pentagramas para cintas de lo que denominan séptimo arte, así como para ensalzar los valores de su tierra. De ello dan grande fe sus creaciones “Acantilados del Tajo”, Bulería de la Jigüela”, “Mandanga y Cacarura”, “Sierra de la Plata” y “Janda”, algunas de las cuales forman el cuerpo de su gran obra “Aguita Salá”, que hoy aquí se ofrecen, junto con otras de renombrados músicos y compositores, en un concierto en el que vuelca su particular inspiración jazzística sin sujeción a las ataduras que imponen las partituras clásicas.”

Entregole entonces un pergamino denominado programa de mano que ampliaba con más datos todos los extremos de lo que se iba a oír.

Termina el relato de Cide Hamete Benengeli diciendo que los Regidores, iluminados por tan ilustres visitantes, hicieron votos de aumentar el fervor por la Cultura y hacer fijos estos y otros conciertos.

Y aquí termina también mi retablillo, que ya noto en vuestras caras la impaciencia por cautiva-ros con las maravillas y portentos que Tito Alcedo tiene en sus alforjas y con él os dejo.

Gracias